Revisando mis archivos antigüos me percaté que hace más de un año escribí este artículo que nunca llegué publicar, sigue vigente, aunque con algunas actualizaciones lo publico hoy antes que se acabe el año, creo que puedo aportar a la discusión positiva de la nueva era digital e impulsar un cambio en las actitudes y perspectivas de la nueva dirección. ¡Ahí les va!
Una de las buenas políticas de Estado que, a Dios gracias hemos adoptado como país, es la apertura del Perú al mundo a través de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Esto nos ha permitido que dejemos de ser un país de 30 millones de habitantes a ser un país con ¡más de 4000 millones de consumidores!
¿Se dan cuenta de la perspectiva y oportunidades infinitas que una buena politica pública nos puede dar?
Pero para acceder a este mercado en igualdad de condiciones que las potencias mundiales, nuestras empresas deben dar un salto cualitativo mucho mayor al de sólo tener productos o servicios competitivos y de calidad, sino que además deben estar preparadas para afrontar los retos de este nuevo mundo, que no sólo es material y sujeto a reglas convencionales, sino que es un mundo en constantes cambios políticos, sociales y tecnológicos, pero sobre todo culturales, con dimensiones distintas en la manera de ver las cosas y las necesidades. Al punto de haberse “desmaterializado” llevando a la empresa hacia esta nueva dimensión a la que llamamos “digital”, en donde los consumidores en ese espacio también interactúan reflexionando sobre la política, las noticias, los productos y todo lo que ocurre en el mundo real, con la potencia desde destruir la reputación de una empresa hasta hacer caer a un gobierno.
El Perú tiene una brecha muy grande para poder competir en igualdad de condiciones. El último Reporte Global de Competitividad del World Economic Forum (WEF), ubica al Perú en el puesto 103 de 137 países en el indicador “factores de innovación y sofisticación” una posición lamentable, por debajo de Chile (50), Colombia (64) y México (51) nuestros socios de la Alianza del Pacífico o de países como Estados Unidos (2), China (29) y Canadá (24), con quienes tenemos Tratados de Libre Comercio. Esta situación nos plantea un reto estructural que tenemos que afrontar para dar el salto al desarrollo.
Los avances tecnológicos en el mundo hacen que las empresas, que antes competían en un mercado convencional, hoy en día tengan que competir en esta dimensión digital en donde el relacionamiento humano también tiene alcance mundial, interactuando con información global de ida y vuelta, ya que no sólo es leído, sino también comentadas y repetidas en cadenas interminables de relacionamiento humano de alcance inimaginable. En este nuevo mundo la dinámica comercial está cambiando su esencia, fusionando lo material con lo inmaterial e intercalando los procesos entre una y otra, haciendo más complejo el competir en los mercados globales.
Aunque algunas grandes compañías vienen dando algunos pasos interesantes en esta dirección en el sector privado peruano este es aún muy incipiente. ¿Pero que más pueden hacer nuestras empresas para competir en este Nuevo Mundo?
En el foro del WEF en Davos sobre la Cuarta Revolución Industrial, su Fundador y Presidente Ejecutivo Klaus Schwab nos dice: “… la revolución digital, que ha estado ocurriendo desde mediados del siglo pasado. Se caracteriza por una fusión de tecnologías que está borrando los límites entre las esferas físicas, digitales y biológicas.”
Es por ello muy importante cambiar la manera en que vemos y hacemos las cosas y la forma en que nos relacionamos al interior de nuestras organizaciones y con nuestros stakeholders, esto es fundamental.
El nuevo reto de los CEOs es transformar su empresa tradicional a una Social Enterprise a través de lo que se llama Transformación Digital, esta nueva estrategia para poder transformar sus organizaciones y ser más competitivos. Pablo Bermudez CEO de Hashtag nos dice: “La Transformación Digital logra que una empresa tradicional se convierta en una organización cuya cultura fomente en los colaboradores la generación de valor a través de la colaboración, información, innovación y el desafío permanente del status quo, alineados a los objetivos de la empresa.”
Todos hemos escuchado la expresión “el futuro es hoy” pero no nos damos cuenta de la magnitud, los retos y la urgencia que se nos plantea en estos tiempos. Las empresas, cual sea el producto o servicio que brinden – inclusive las instituciones gubernamentales – tienen un reto urgente: deben cambiar su forma de hacer las cosas, subirse a la ola de la 4ta revolución industrial para seguir vigentes en este mercado global ultra competitivo.